Diverflación: priorizar el ocio sobre la compra de bienes
La pandemia supuso un punto y aparte para muchas cosas. El COVID fue capaz de poner patas arriba la clasificación de cosas importantes de la vida. Los besos y abrazos ocuparon el primer puesto en cosas pendientes por hacer en cuanto acabara el confinamiento. Podría decirse que lo material pasó a un segundo plano.
La era pospandemia ha traído un nuevo concepto financiero en los hábitos de consumo conocido como "diverflación". Este término describe una tendencia creciente donde los consumidores están priorizando las experiencias gratificantes en ocio y entretenimiento por encima de la adquisición de bienes duraderos como coches o casas.
De hecho, cada vez se recurre más a los créditos rápidos para financiar experiencias (vacaciones, ocio, deseos…) en lugar de para resolver necesidades puntuales como se hacía antes del confinamiento. Ahora, disfrutar, vivir y sentir es prioritario para la mayoría de la gente.Si algo nos enseñó la pandemia es que, en la vida, nunca se sabe.
Cambio en los hábitos de consumo
La diverflación refleja un cambio significativo en cómo las personas eligen gastar su dinero. A pesar del aumento en los precios de bienes y servicios, especialmente en el ocio, los consumidores no están escatimando en gastos cuando se trata de disfrutar de una cena en una terraza, asistir a conciertos o reservar habitaciones de hotel.
La percepción de que todo está más caro (más que percepción, realidad) no ha disuadido a las personas a la hora de buscar experiencias que les gratifiquen de manera inmediata. Porque, al fin y al cabo, hay que vivir y aprovechar al máximo cada momento, y eso parece ocupar un espacio relevante en las cabezas de la mayoría de los mortales.
Influencia de la pandemia
La pandemia ha sido un factor determinante en este cambio de comportamiento. El confinamiento y las restricciones hicieron que muchas personas reflexionaran sobre la fragilidad de la vida, promoviendo una mentalidad de “vive el momento” (Carpe Diem). El “aquí y ahora” parecen haberse convertido en el motor del mundo.
Este cambio de perspectiva ha llevado a muchos a priorizar las relaciones sociales y el bienestar mental, valorando más las experiencias inmediatas sobre la seguridad financiera a largo plazo. Porque ¿es igual de gratificante comprar un nuevo sofá, caro y moderno o irse de vacaciones?
Diferencias generacionales
El impacto de la diverflación varía entre generaciones. Los jóvenes, se enfrentan dificultades para acceder a una vivienda y formar una familia. Por eso, Tienden a vivir el presente y gastar en actividades de ocio. Meterse en una hipoteca es para ellos misión imposible a menos que sus familias puedan costearles la entrada de un piso.
En contraste, los mayores suelen ser más cautelosos y planifican sus gastos de manera más conservadora. No obstante, en general, hay una tendencia a destinar recursos a experiencias que ofrecen gratificación inmediata, como conciertos y viajes, en lugar de bienes materiales como muebles de calidad o electrónica.
Consecuencias y recomendaciones
Aunque el aumento en el consumo de bienes relacionados con el ocio no es intrínsecamente negativo, es importante equilibrarlo con una planificación financiera adecuada. En caso contrario, se corre el riesgo de dejar a un lado aspectos importantes de la vida, tal y como informa el Banco de España.
La falta de una visión a largo plazo puede poner en riesgo proyectos vitales y contribuir a la inflación en estos sectores. Se recomienda a los consumidores encontrar un balance entre disfrutar del presente y asegurar su futuro financiero, destinando una parte de sus recursos al ahorro y la inversión responsable.
En resumen, la diverflación supone un cambio en los hábitos de consumo pospandemia, donde la gratificación inmediata y las experiencias de ocio se han convertido en prioridades para muchos. El secreto del éxito está en saber encontrar el equilibro entre el pánico al gasto y el más absoluto despilfarro sin pensar en el mañana.